lunes, 17 de mayo de 2010

Google: el encontrador


Bárbara Cassin nació en París. Es filósofa y filóloga doctorada en las universidades de Lille y la Sorbona, y actualmente es directora de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica de París. Sus obras: El placer de hablar (1986), La decisión tiene sentido (con Michel Narcy, 1989), Aristóteles y los logotipos (1997), Ver a Helena en toda mujer: de Homero a Lacan (2000), El efecto sofístico (2008) y Googléame. La segunda misión de los Estados Unidos (2008). También ha dirigido la edición de Posiciones de la sofistería (1986), Nuestros griegos y sus modernos. Estrategias contemporáneas de apropiación de la Antigüedad (1992) y el monumental Vocabulario europeo de las filosofías: diccionario de los intraducibles (2004).
Cassin basa su análisis del fenómeno Google en sus dos lemas: "Nuestra misión es ordenar toda la información del mundo" y "No seas malo". Google se encarga de organizar toda la información no confidencial que encuentre, clasificarla y ranquearla según sus propios criterios para ser exhibida cuando un usuario busca algún dato. El trabajo del buscador es impecable, eso nadie lo pone en duda. Pero lo que si resulta conflictivo son los criterios, la forma de jerarquizar esos contenidos. Google conoce muy bien nuestras costumbres, por lo tanto la forma democrática por cantidad de clics para ranquear la información masifica o estandariza los resultados. Aunque no es del todo real, ya que el negocio tiene que seguir funcionando y sus anunciantes deben quedar satisfechos a pesar de no mostrar publicidades en su portal. La segunda solicita la buena voluntad del usuario, que no realice acciones dañinas intentando activar la ética del individuo y por el otro lado siento que se pone como ejemplo moral respecto de restringir la visualización de publicidad en su página.
Cassin analiza la existencia de dos tipos de respuestas que no son excluyentes una de la otra. Una respuesta estratégica-reactiva y otra inventiva-activa que hacen referencia a la competencia entre las dos grandes comunidades políticas y económicas del primer mundo, la manera de salvar la falta de acceso a cierta información como también el ocultamiento de otra.
Cassin considera que la singularidad de Google es la facilidad al encontrar la información y pasar de una página a otra sin intentar retener a los usuario estáticos dentro de su portal. Creo que era así, pero hoy esto ya ha cambiado. Hoy Google ha dejado de ser un motor de búsqueda para transformarse en una plataforma de aplicaciones con servicios cada vez más asombrosos y novedosos que marcan tendencias y más allá de las alianzas que puedan hacerse para mermar su posición de primacía, lo llevan en un futuro no muy lejano según mi opinión a ser una empresa que monopolizara las aplicaciones tal cual en otro momento fue Microsoft con el riesgo de denuncias y juicios.